En mitad del mayor caos comercial, el aceite de oliva parece inmune gracias a un factor: el consumo en España

El futuro de la cultura del aceite de oliva se juega en esta campaña. Y, contra todo pronóstico, por ahora va ganando

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Desde hace meses, un temor recorría persistentemente el mundo del aceite. A menudo el miedo es indefinido, impreciso, no tiene rostro. Esta vez, en cambio, era algo nítido y fácilmente identificable: los productores temían que, tras la crisis de los últimos años, las cifras de consumo de aceite de oliva no se recuperaran.

Ahora, los datos empiezan a dibujar una respuesta.

Un miedo extremadamente racional. A lo largo de la última década, el consumo de aceite de oliva ha ido cayendo año tras año. No está claro por qué, ni cuáles son los factores sociodemográficos que influyen; pero sí que, crisis tras crisis (y con la mediación de un profundo cambio cultural y gastronómico), amplias capas de la población se han bajado del aceite y la inmensa mayoría no ha regresado.

Es evidente que en España existe una "cultura del aceite" y eso, en cierto sentido, hace de los españoles un "publico cautivo". Lo podemos ver analizando la inelasticidad de la demanda. Según los datos del año, el aceite de oliva ha sido el producto que más se ha encarecido este mes de abril. Vale un 62% más que el año pasado y un 100,4% más que hace dos.

La demanda, en cambio, solo cayó un 19,8% con respecto al último año y un 44,5% con respecto a hace dos años. Esa es la gran baza de la industria y, por ello, la simple idea de que esa cultura se vaya erosionando es terrorífica para ellos.

Y más aún en tiempos de cambio. No sólo por el caos comercial que ha provocado el vodevil arancelario de EEUU, sino por las paradojas endémicas de la industria del aceite español. No hay que olvidar que hablamos de un sector que, pese a crecer un 15% cada año, está viendo cómo su estructura productiva se desindustrializa a marchas forzadas.

Pero la España aceitera ha vuelto. Tras varios años malos, esta campaña por fin ha sido la de la vuelta a la normalidad. Eso ha hehco que los precios, poco a cpoco, vuelvan a la normalidad. En febrero, de hecho, el precio interanual ya había caído un 40%.

Pero la buena noticia es otra: que la demanda ha crecido un 48%, según los datos de Nielsen recogidos por Cordópolis.

¿Se ha roto la maldición? Aún es pronto para saberlo. Dentro de unos meses, podremos examinar con detalle cómo van las ventas y podremos saber si los niveles de consumo se han recuperado realmente o no. Pero las sensaciones son buenas.

Y más en un momento en el que, pese a todo, el sector oleícola ha conseguido no resentirse con las medidas arancelarias de Donald Trump. Por primera vez en años, una sonrisa se intuye en el mar de olivos.

Imagen | Norberto Ortiz

En Xataka | Las dos velocidades del precio del aceite de oliva: se está abaratando mucho más en origen que en el supermercado

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